
El Dr. Arturo Grullón, primer oftalmólogo dominicano, nació en Santiago el 8 de
febrero de 1869, hace ya 150 años. Sus padres fueron el general Máximo Grullón Salcedo,
independentista y restaurador de raíces mocanas, y Eleonora Julia Rodríguez, descendiente
de catalanes, quienes casaron en 1848 y que habían procreado antes de su nacimiento a sus
seis hermanos: Maximiliano, abuelo del médico y político Juan Isidro Jimenes Grullón;
Tomasina, esposa de Santiago Ponce de León; Eliseo, esposo de Josefa María Delmonte;
Emilio; Matilde, esposa Juan Llompart, y Alejandro, abuelo del banquero Alejandro
Grullón Espaillat y del novelista Virgilio Díaz Grullón.
Con ocho años, en 1877, pasó a vivir con sus padres y hermanos a Juana Méndez,
Haití, producto del exilio forzoso de su progenitor, opositor al gobierno de Buenaventura
Báez. Su padre murió al año siguiente en Cabo Haitiano. No sabemos en qué momento
volvió de nuevo la familia a Santiago, pero sin dudas debió ser poco tiempo después de la
muerte de su padre. Y lo decimos porque en 1880 Eugenio María de Hostos fundó en Santo
Domingo la Escuela Normal, donde estudió y de la que egresó, como parte de la primera
cohorte de maestros normalistas del país en 1884. Vale referir que su hermano Eliseo fue
igualmente discípulo de Hostos en el Instituto Profesional de Santo Domingo en 1880.
Pensar en cómo incidió el educador puertorriqueño en su formación es arriesgado, pero hay
que concluir que su influjo fue preponderante y que sus vínculos fueron muy estrechos, al
extremo de que, ya como médico, lo asistió en su última enfermedad en 1903 junto a los
doctores Francisco Henríquez y Carvajal y Rodolfo Coiscou.
El Dr. Rafael Cantisano, en su obra “Santiago y sus servicios médicos”, indica que
con 25 años, esto es, en 1894, comenzó a estudiar medicina en la Universidad de París,
influenciado acaso por los análisis anatómicos que como estudiante de pintura realizaba en
esa ciudad. Un año antes, su madre había muerto en Hamburgo, donde se había formado su
hermano Maximiliano, por lo que hay que pensar que debió haber vivido también con su
progenitora y hermanos en esa ciudad. De su estadía en la capital francesa no hay
testimonios, pero según unos breves apuntes autobiográficos regresó al país a fines de
1902, instalándose en Santiago. El 10 de enero de 1903 obtuvo su exequátur; este momento
da paso, en palabras del Dr. Cantisano, al comienzo de la cirugía dominicana.
De acuerdo a esas notas autobiográficas, empezó a realizar cirugías a partir de 1905
– Cantisano señala que en Santo Domingo – , en particular, oculares, nasales y de garganta.
Dos observaciones revelan el impacto de sus intervenciones: un músico al que operó de
cataratas le dedicó una danza – que se haría muy popular – titulada “¡Qué bueno es ver!” y
un señor al que operó a domicilio en Puerto Plata, también de cataratas y que había
permanecido ciego por muchos años, reaccionó sorprendido y asustado cuando Grullón, al
ponerle delante del ojo un lente, pudo ver a un muchacho montado en una bicicleta, medio
de transporte desconocido hasta entonces para él debido a su ceguera.
En 1906 realizó, presumiblemente, según su propio testimonio, la primera
gastroenterostomía por estrechez pilórica en el país. Entretanto, su extracción de un quiste
ovárico a la señora Trinidad (Trina) Guzmán Vda. Rosario, con la asistencia de los doctores
Ramón de Lara y Joseph Eldon en 1910, fue calificada por Isaías Franco como,
probablemente, la más notable cirugía realizada en Santiago hasta entonces.
Hacia 1907 instalo una sala de operaciones en una dependencia de la farmacia
Normal y en 1910 montó una clínica en la calle Del Sol, frente al Bazar Parisién. En medio
de su floreciente práctica, el 12 de junio de 1909 el Dr. Grullón casó con su sobrina
Filomena Amelia Grullón Rodríguez Objío. La pareja procreó dos hijos nacidos en 1910 y
1911, Alejandro Arturo y Arturo Máximo, pero murieron párvulos.
En 1910 fue cofundador de la “Sociedad de médicos del Cibao”, presidida por el
médico cubano Dr. Raúl Fonts Sterling. En 1911 estableció una clínica en Santo Domingo,
y fue delegado por Santiago en el Primer Congreso Médico Dominicano, celebrado en
Santo Domingo, y presidente honorario del mismo para el Cibao y el norte.
En 1912 fue nombrado director del hospital San Rafael, de Santiago. En ese mismo
año fijó domicilio Santo Domingo y pasó también una temporada en San Pedro de Macorís,
donde, de acuerdo a Cantisano Arias, fue director de su hospital y propietario de una
clínica. Estuvo en Puerto Rico en 1914, año en que también fue designado catedrático del
Instituto Profesional y director del hospital militar de Santo Domingo. Para noviembre de
1915 ya había retornado a Santiago y a partir de 1916 estuvo en Santo Domingo y La Vega
y en 1917 pasó a San Francisco de Macorís.
En 1921 volvió a la dirección del hospital San Rafael, de Santiago, y en 1925 – 23
años después de haberse recibido como médico – se especializó en ginecología. A partir de
ese último hecho se pierde el rastro profesional del Dr. Grullón hasta su muerte en Santiago
el 14 de julio de 1942 a los 73 años de edad.
Los tres lustros iniciales del siglo XX implicaron una transición generacional en el
ejercicio de la medicina en Santiago. A partir de los primeros años del nuevo siglo, los
pilares de la medicina local – Rafael Díaz Márquez, Eusebio Pons Agreda, Alejandro
Llenas Julia, Pedro Pablo Dobal, Raúl Fonts Sterling y Buenaventura Báez Lavastida –
dieron acogida a médicos tanto extranjeros como dominicanos egresados de universidades
europeas y el Instituto Profesional de Santo Domingo, siendo el Dr. Arturo Grullón el
primero en la nómina de profesionales dominicanos de esa segunda generación. Y en la
galería de los forjadores de la cirugía en Santiago de la que nos habla el Dr. Cantisano,
ocupa un lugar preeminente junto a los doctores Ramón de Lara, Darío Contreras, Pedro
Pablo Dobal y Buenaventura Báez Lavastida. Loor eterno a su memoria.