
No es tarea fácil empezar. Dejar un hábito para abrazar el otro. Cambiar de ruta cuando la costumbre se acomoda a la vía de siempre. Empezar es un desafío a la existencia misma, a la fuerza interior, al miedo normal.
El inicio de año siempre propone el reto de empezar. De ir a misa, de bajar de peso, de hacer vida familiar, de adquirir una propiedad, de un trabajo nuevo, en fin, de mejorar. Una amiga de infancia solía dibujar un árbol en su habitación donde colgaba propósitos para el nuevo año. Nunca faltaba comer sano, divertirse más, ahorrar para comprarse un carro. Con el peso de esas aspiraciones María Alejandra solía mantener llenas las ramas de la ¨Próspera¨. Así bautizó la planta sombreada muy cerca de la almohada. Yo he comenzado el año con un ejercicio de franqueza, de desapego y tratando de disfrutar lo que algunos videntes modernos llaman ¨el aquí y el ahora¨. Quiero que lo material me importe poco y de vez en cuando salir a la calle sin pasarle un peine al cabello. Eso junto a desnudar los pies, retirarse la ropa interior y orinar son placeres pequeños de vital importancia para la humanidad. El ¨aquí y ahora¨ supone disfrutar el momento, mirar a los ojos en la conversación y evitar los botones del Wasatp, con tal de apreciar el presente que es la única propiedad segura de la existencia.
También he decidido no guardar las cosas que no sean de utilidad para mí ni para mi esposa. Si está en buena condición decidimos donar el artículo a quien verdaderamente le necesite. Es increíble la cantidad de cosas que suele esconder un armario, un closet, el célebre ¨cuarto de los regueros¨. ¡Anímese! E imite esta rutina de desapego y donación. No se imagina cuanto libera el alma y el hogar.
Nadie dijo que empezar sería fácil. Se necesita una cuota de voluntad para vencer la pereza que nos amarra a las sábanas, a la rutina, al ambiente tóxico de algunas personas. Pero, no le pare bola a la flojera y decida empezar aquello que le inspire hacer. Recuerde la frase del científico alemán Albert Einstein ¨Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad¨.